lunes, 2 de septiembre de 2024

PERDI, ME TOCO PAGAR Y ME ENCANTÓ.

 


Confesion; Anónimo.


Cuando llegaron las vacaciones de verano, decidí que, en lugar de seguir adelantando mis estudios en la universidad, visitaría a mis padres.

Pero después de tres días ya me comencé a sentir algo aburrido, por lo que le pregunté a mi viejos por alguno de mis amigos, fue cuando me enteré que la mayoría se habían marchado del pueblo, excepto el negro, ya que sus padres habían fallecido en un accidente, y él se había quedado a cargo de la finca.


Tomando eso en cuenta decidí ir a visitarlo, y como su finca esta algo retirada, le dije a mis padres que de seguro me quedaría a dormir en casa de mi amigo ese fin de semana.

Cuando llegué a la finca de mi amigo, ya había comenzado a oscurecer, apenas se dio cuenta de que era yo me recibió muy contento, me mostró rápidamente los cambios que había hecho en la finca, y luego me presentó a su primo, que a diferencia de mi amigo es más blanco que una hoja de papel.


Ya en la casa mi amigo sacó varias cervezas, y comenzamos a tomar, mientras que yo les contaba como me iba en la universidad, mi amigo me seguía hablando de su finca.

Ya llevábamos un buen rato charlando, cuando se produjo un apagón, cosa que por lo visto al igual que en la ciudad es algo muy normal, fue cuando mi amigo sacó unas lámparas de querosén, las colocó fuera de la casa, sin más ni más trajo más cervezas, movió unas sillas fuera de la casa, y nos dijo que para pasar el rato íbamos a jugar cartas.


Yo la verdad ni idea tenía de como jugar cartas, pero tras una corta explicación de mi amigo y su primo, nos pusimos a jugar, y como me dijo mi amigo, para hacerlo más interesante apostaríamos algo de dinero.


Al principio perdí, pero poco a poco a me fui recuperando, cuando después de tomarme una novena cerveza, volví a perder todo mi dinero, que realmente no era mucho. Pero en ese momento, en lugar de  retirarme del juego, no sé por qué me provocó seguir jugando, aunque ya no tenía de dinero que apostar, fue cuando el primo de mi amigo propuso que, si quería seguir jugando, que apostase lo que llevaba encima o sea mi ropa.

Al principio dije que no, pero cuando mi amigo me dijo que, al finalizar el juego, me la devolverían, acepté gustoso. Nuevamente comencé a ganar, y recuperé algo de dinero, pero para cuando se terminaron las cervezas, mi amigo sacó un botellón de aguardiente, que según dijo, lo había preparado él mismo.





La cosa es que volví a perder todo, incluso casi toda mi ropa, pero como a cada rato me volvían a servir otro trago de aguardiente, no le presté mucha atención a eso es más, debí haberme retirado, pero en lugar de eso quise seguir jugando, fue cuando aposté mis interiores, y los perdí. Al quedarme por completo desnudo, el primo de mi amigo, dijo que si yo quería podía seguir jugando, solo que si perdía tendía que hacer lo que mi amigo y él me ordenasen. En ese momento creo que ni lo pensé y de inmediato les dije que sí, y como cosa rara seguí perdiendo, a medida que las exigencias u ordenes de ellos dos, se fueron volviendo más y más raras, al principio me ordenaron que me bañase con la manguera que había frente a la casa, y como no había más nadie que aparte de nosotros tres, así lo hice. Pero debí sospechar algo, cuando el primo de mi amigo insistió que me lavase bien las nalgas, cosa que hice de lo más confiado frente a ellos dos, al regresar al juego me volvieron a dar otro trago de aguardiente, y volvimos jugar, y volví a perder.


Fue cuando el negro me dijo que, mientras siguiéramos jugando me debía comportar como una chica, cosa que yo tontamente hice, y así volví a perder, y mi amigo no se de donde ni como puso algo de música, y de inmediato me sacó a bailar. Yo no sé que me pasó, pero a medida que comenzamos a bailar, mi amigo a medida que fuimos bailando él comenzó acariciar mi cuerpo, en especial mis nalgas, diciéndome que las tenía bien duras y paraditas, a lo que yo procurando imitar a una chica, le pedía que no me las agarrase, aunque quizás fue por sus caricias o que se yo, comencé a reírme como un idiota.


Mi amigo no tan solo me acariciaba las nalgas, sino que también comenzó a besuquearme por el cuello y las orejas, diciéndome qué yo tenía unas lindas nalgas, y que a él le gustaría comérselas. Todo eso hizo que me sintiera bien raro, y para colmo su primo nos volvió a servir otro trago de aguardiente que, tras tomármelo, dejé de pedirle a mi amigo que no me acariciaras las nalgas, al quedarme en silencio, casi de inmediato el negro me plantó un fuerte beso, introduciendo su lengua dentro de mi boca. Mi amigo continuó besándome intensamente, al tiempo que con una de sus manos siguió acariciando mis nalgas, mientras que yo no sabía que hacer, hasta que sentí uno de sus gruesos dedos introduciéndolo dentro de mi apretado culito. Eso como que fue la gota que derramó el vaso, ya que, a partir de ese instante, dejé de ofrecer cualquier tipo de resistencia, ahí nos encontrábamos los tres, al aire libre en medio de la noche frente a su casa alumbrados por lámparas de querosén, yo totalmente desnudo, en los brazos de mi amigo, y su primo.

Creo que en fracciones de segundo ellos dos se quitaron toda la ropa, y fue cuando por primera vez vi la enorme y gruesa verga del negro, él sin mucho esfuerzo de su parte hizo que yo me inclinase hacia adelante, hasta que mi boca estuvo a la altura de su verga.

Su primo también sin mucho esfuerzo hizo que separase mis piernas, y que de momento comencé a sentir sus manos acariciando mis nalgas, pero lo que más me impresionó fue el sentir su lengua lamiendo mi apretado culito, luego comenzó a ir introduciendo algunos de sus dedos dentro de mi cuerpo, al tiempo que mi amigo pasaba la colorada y gruesa cabeza de su verga, por sobre mis labios.

En mi vida me había pasado nada semejante, es más nunca pensé en llegar a tener sexo con otro hombre, hasta esos momentos, en que el primo de mi amigo comenzó a ir penetrándome con su verga, la sensación, aunque algo dolorosa, y aunque parezca cosa de locos, para mí fue indescriptible, era una especie de raro placer lo que estaba sintiendo, a medida que el primo seguí introduciendo toda su verga dentro de mi cuerpo.


Creo que sin que ninguno de ellos dos me lo dijera, voluntariamente comencé a mover mis caderas, sintiendo como poco a poco me entraba y como salía toda su verga, que por lo que pude observar brevemente, era más o menos de las mismas dimensiones que la mía.


En esos momentos fue cuando abrí mi boca, y agarrando la larga y gruesa verga de mi amigo me la llevé a la boca, dedicándome a mamársela, como si en ello me fuera la vida, y en cierta manera dándole gracias a Dios que mi amigo no fue el primero en darme por el culo, ya que, si con la verga de su primo sentí lo que sentí, seguramente de mi amigo haber sido el primero me hubiera partido el culo en dos.


A medida que ellos dos seguía penetrándome salvajemente por el culo y la boca, no me pude aguantar las ganas de masturbarme, y para mi mayor sorpresa en cosa de breves segundos, me vine como nunca antes me hubiera venido antes. Por un largo rato mis dos amantes continuaron clavándome sus vergas deliciosamente, mientras que yo me deleitaba con el sabor de la verga de mi amigo dentro de mi boca, sin dejar de mover mis nalgas, hasta que ambos eventualmente acabaron dentro de mí.

No sé si fue por lo ebrio que me encontraba, o por el placer que sentía al estar mamando la gran verga del negro, que cuando él acabó dentro de mi boca y garganta, sin perder tiempo voluntaria y gustosamente me fui tragando toda su leche. Su primo también acabó dentro de mi culo, y una vez que terminó por un corto rato permaneció pegado a mis espaldas y nalgas, hasta que finalmente sacó su verga de culo, lo que sonó como quien descorcha una botella.


Yo terminé tirado sobre la tierra, con mi culo bien abierto, chorreando la leche del primo de mi amigo, hasta que en medio de mi borrachera me levanté y dando tumbos fui a lavarme el culo, con la manguera que estaba cerca de mí.


Agachado me introduje el pistero de la manguera, y como si lo hubiera hecho cientos de veces, dejé que el agua inundara mis tripas, para luego expulsarla. Luego caminando y actuando como si fuera una putita, me acerqué a mi amigo, y con la misma manguera le lavé su gruesa y larga verga, en ese instante al ver las dimensiones de su miembro estuve a punto de arrepentirme, pero luego de que su primo me dio otro trago de aguardiente, no sé qué me paso por la mente, que de inmediato me tiré al suelo, levanté mis nalgas, con el pecho y la cara pegados a la tierra, separé mis nalgas con mis propias manos, y le ofrecí mi culo a mi amigo.

La verdad es que él no me hizo esperar, casi de inmediato comencé arrepentirme de haber hecho eso, fui sintiendo como aquella cosa se fue abriendo paso entre mis nalgas, las lagrimas se me salieron, y casi llorando comencé a pedirle que me lo sacara, pero mi amigo no me hizo el menor caso, continuó penetrándome de manera lenta pero continua, hasta que sentí sus bolas chocando contra las mías y mis nalgas. Por un corto momento se quedó como paralizado, pero al poco rato comenzó con el mete y saca, a medida que yo a pesar del fuerte dolor que sentía dentro de mi culo, también comencé a mover mis nalgas, en cosa de unos segundos o mi culo se abrió lo suficiente, o yo me acostumbré a aquella enorme verga.

La cosa es que a los pocos minutos también le estaba mamando la verga a su primo, era como si yo fuera un pollito a la vara, los dos no dejaban de decirme lo bueno que era culeando y mamando, y aunque mi verga no se había vuelto a parar, volví a masturbarme como un verdadero loco, hasta que para mi mayor satisfacción volví a acabar.


El primo de mi amigo se vino dentro de mi boca, y yo me tragué toda aquella leche que salía de su verga, mientras que mi amigo continuó clavándome toda su inmensa verga, proporcionándome ese extraño placer de sentirme penetrado por otro hombre. 


Cuando me desperté en la madrugada, aun seguía bastante mareado por lo mucho que había bebido, con mi culo algo adolorido, y chorreando leche, y algo de sangre, por lo que como pude me volví a lavar con la maguera, para luego entrar a la casa y tal y como me encontraba tirarme sobre un sofá, hasta que ya a eso de las tres o cuatro de la tarde me desperté. Al verlos a ellos dos no sé qué me dio que me puse a llorar de vergüenza, diciéndoles que yo no era maricón, y que no me gustaban los hombres, ambos tomaron asiento a mi lado en el sofá, y nada más bastó que mi amigo me pusiera sus manos sobre mi cabeza, y la guiara hasta su verga para que yo me pusiera a mamársela, mientras que su primo me volvía a dar por el culo salvajemente. El resto de ese fin de semana me la pasé borracho, dejando que mi amigo y su primo hicieran conmigo lo que les daba su real gana.

Al regresar a la universidad, procuré disimular mi nuevo gusto, pero al poco tiempo varios de mis compañeros de residencia se dieron cuenta, de mi nuevo hobby, por la manera en que me le quedaba viendo sus vergas, ahora en ocasiones hasta me visto de chica, para complacerlos a ellos.



NUESTRO SEGUNDO TRIO.

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