sábado, 8 de octubre de 2022

SE PUEDE TENER MEJOR CONFINAMIENTO.

 


Confesión; Anónima.


Este podría ser un relato más, una fantasía dentro de un contexto e incluso un buen sueño hilvanado, pero este relato es la experiencia real vivida durante el confinamiento que ahora me atrevo a narrarla.


Llevo 5 años trabajando en Madrid.


Debido a mi trabajo y turno, las semanas previas a declararse el estado de alarma, empecé a tener más contacto con mi compañera de piso. Ella tenía su pareja por aquel entonces, actualmente no se si continúan ya que nos perdimos la pista.


El caso es que yo también notaba mucha más interacción entre ambos cuando coincidíamos en la cocina.


Un día por la tarde en la que no estaban el resto de inquilinos, entre a mi habitación y escuche baladas heavys que sonaban en su cuarto. Al aproximarme a mi puerta que estaba frente a la de ellos, escuché con total claridad, los gemidos de ella.


Me sorprendí ya que ellos pensarían que estaban solos y ella jadeaba fuerte.


En ese momento, pensé en que las baladas heavys no servían para ocultar el gemido tan placentero de ella.


Pasaron los días y los encuentros en la cocina se iban incrementando.


Ella tenía la costumbre de ir a la cocina con una camiseta sin sujetador que le marcaba sus pezones. Eso me excitaba mucho y hacia volar mi imaginación.


Un día coincidí con los dos en casa y me propusieron ir a un famoso local de Alcorcón donde se puede comer y escuchar música en directo. Me pareció una buena idea. Nos fuimos un sábado los tres y la velada estuvo genial. Ese día tras unas cervezas, noté que ella me miraba de una forma distinta.


En un momento que él fue al baño me dijo que anotará su teléfono por si algún día necesitaba contactar, ya que solo tenía el de él porque en alguna ocasión me había pedido que le recogiese un paquete cuando ellos no estaban en casa.


Tras ese finde volví a mi tierra en mi semana de descanso. Ella me escribió para ver que tal estaba y decirme que teníamos que repetir lo de volver a ir al garito.


En esa semana empezamos a escribirnos por WhatsApp contándonos cosas acerca del piso y de la convivencia con el resto de compañeros, también me habló de su relación y me dejó claro que no estaban pasando por un buen momento. Yo ya había notado que él se iba mucho a su tierra y la dejaba sola en casa algunos findes.


Pasaron algunas semanas y la conexión entre ambos iba tomando cada vez más complicidad. Los encuentros en la cocina o el pasillo eran más frecuentes y provocados por ambos. Ella era consciente del juego en el que nos estábamos llevando.


Fue un sábado, 2 semanas antes de que se decretara el estado de alarma. Ese día, en casa estaban los dueños del piso. Desde el día anterior estuvimos mandándonos mensajes de WhatsApp que fueron tomando un punto más directo.


Desde su habitación a la mía es solo cuestión de abrir una puerta, los dueños estaban en el salón. Ella me escribió preguntando si quería que viniese a mi habitación.


Pese a lo arriesgado, le dije que si y en 10 segundos estaba en mi habitación con una botella de vino y 2 copas.


Llevaba un vestido corto negro que ya dejaba ver sus muslos. Puse la TV para que nadie nos escuchara hablar y nos sentamos en el sofá cama a charlar y beber.


La botella duró menos que de costumbre durante la conversación que mantuvimos.


De repente mi mano se posó en sus muslos y acto seguido ella abrió sus piernas dejando ver su tanga negro.


Comenzamos a besarnos efusivamente y mis manos empezaron a acariciarla con destino a sus hermosos pechos. No llevaba sujetador y sus pezones delataban su excitación sin yo aún haberlos acariciado. Ella no dudó en meter su mano bajo mi pantalón corto que llevaba y agarró mi miembro que estaba durísimo. Le aparté el tanga y empecé a frotar con las yemas de mis dedos sus labios que estaban empapadísimos haciendo que se deslizaran fácilmente hasta que le introduje un dedo que metí hasta el fondo.


Sus gemidos subían de intensidad por lo que opte subir más el volumen del televisor para que los caseros, no se percatasen de nada.


La desnudé por completo y la puse contra el sofá, mientras con una mano la masturbaba, con la otra agarraba uno de sus pechos mientras mi pene se rozaba con sus cachetes.


Ella se abrió sus cachetes ofreciéndome su coño húmedo. Antes de penetrarla, me arrodillé y empecé a chupar sus labios que estaban muy húmedos, en ese instante se agarraba a la funda del sofá cama retorciéndose de placer. Esa imagen se repitió durante lo que duró nuestro confinamiento.


Fuimos afortunados de tenernos, de desearnos y de follarnos a diario en cualquier lugar de la casa.


Usábamos su juguetería, su lencería y hacia qué cada encuentro fuese aún más morboso.


Solía entrar por las mañanas en su habitación y estando dormida, ya tenía mi polla dentro de su coño que no tardaba en humedecer. Ella a veces venía a mi habitación a altas horas de la noche estando yo dormido y empezaba a chupar mi polla hasta que hacía correrme en su boca, acto seguido tras esa descarga, me daba un beso de buenas noches y se volvía a su habitación, otras veces en vez de chupármela, se montaba encima de mi hasta que alcanzaba su orgasmo. Era intenso en toda su totalidad, nos volvíamos locos practicando ese sexo salvaje y primigenio.


Un día me propuso que le hiciera una doble penetración con su consolador y con mi polla.


Me pidió que la penetrase el culo y ella mientras se introducía su dildo en su coño.


Ese momento fue brutal ya que se corrió varias veces muy seguidas, estábamos inmensamente excitados de estar practicando una doble penetración sin necesidad de una tercera persona.


Este tipo de sexo fue incrementándose y lo disfrutábamos muchísimo, tanto que queríamos tener esas vivencias registradas, así que nos dio por grabarnos para luego disfrutarnos en nuestra soledad.


Fueron 3 meses sintiendo un sexo lascivo y lleno de fuego en un juego que a ambos nos atrapó dentro de un confinamiento en el que estuvimos solos los dos en el piso que convivíamos.


Por ello cuando a día de hoy alguien hace referencia a como llevó el tema del confinamiento, no puedo evitar sonreír en mi interior de una forma pícara y juguetona.


NUESTRO SEGUNDO TRIO.

  Confesion; Anónimo. Fue la pasada noche vieja (31 de diciembre) y esta vez ninguno de los dos teníamos nada pensado, nos reuníamos en mi c...