EN EL BUS.
Confesion; Anónimo. Ahí estaba yo, de madrugada, y después de cenar con unos amigos, volvía hacia mi casa en un “búho”, esos autobuses que circulan a altas horas de la noche. Había bebido un poco, y para evitar un disgusto tanto vía accidente (desde aquí os recuerdo que si bebéis, no conduzcáis), tanto vía control de alcoholemia y consecuente multa, decidí usar este servicio público, y ya iría al día siguiente a por el coche. El autobús estaba vacío, la noche oscura, y el conductor era un tipo grande, y con cara de mal genio. Fuimos circulando por la ciudad, y de repente se detuvo. Me acerqué a preguntarle que pasaba y me contestó de malos modos que había un cambio de turno, y que esperase, que pronto llegaría el chofer, que si quería llegar antes que llamase a un taxi. Así que resignado fui a sentarme en el último asiento, y a esperar. Así pasó media hora, y no llegaba nadie, hasta que llegó ella… Una chica mulata entró en el bus, y tras preguntarme si ese autobús iba a funciona...