FUE UN PLACER ENGAÑAR A MI MARIDO.

 

Confesion; Anónimo 



Tengo 35 años, puedo orgullosa decir que soy una mujer muy deseada, ya tengo dos hijos y trabajo en unos grandes almacenes, mi marido trabaja en una empresa y vivimos, solo que en la cama no funcionamos como debía de ser. Unas veces yo estoy cansada y otras él, el caso es que se nos pasan días y a veces semanas sin hacer el amor, pero si en casa estoy cansada en el trabajo con tantos hombres se me sube a veces el libido y los ojos se me van tras un paquete u otro.


Os contaré, lo que ha sucedido esta semana. El súper en el que trabajo tiene un ascensor para subir material o bajar, yo tengo un despachito en el sótano, que comparto con un encargado de almacén, que tiene allí sus papeles de entradas y salidas, la oficinita es bastante estrecha una mesa un armario metálico, dos sillones giratorios y una máquina de escribir, si en determinado momento nos encontramos los dos aquello es muy estrecho y al pasar de un lado al otro es inevitable sufrir algún roce.


Hay días que no me causan ningún efecto, pero hay otros en que me ponen tan nerviosa, que me hacen pensar en lo bueno que sería en que el roce fuera más duradero y profundo y claro estos pensamientos en un hombre deben de ser iguales, ya que las miradas a veces dicen cómeme y en especial cuando yo llevo varios días sin tener el normal desahogo con mi hombre.


El lunes pasado yo en lugar de ponerme de espaldas al pasar el al otro lado de la mesa, como solía hacer siempre, con lo cual sentía su paquete en mi trasero, me quede de frente y lo que se rozaron fueron nuestros frentes, cosa que el medio en broma medio en serio, aprovecho para darme un beso en los labios y decirme “perdona es que estas muy apetitosa”.


Sonreí y le deje pasar, no sin antes notar que el paquete de él se había agrandado de repente y note su apretón contra mi pubis, solo duró un segundo, pero fue lo suficiente para que yo sintiera un derrame en mis genitales que me hizo pensar que me había orinado en mis bragas y esta sensación fue tan fuerte que tuve que ir al rato al servicio, para analizar que me había pasado y secarme, ya que sentía toda húmeda y efectivamente así era por lo que me quite las bragas y en el lavabo les di una enjuagada, para ponerlas a secar y no llevar eso, que además de ser molesto podría producir olor desagradable en un cuartito tan pequeño como mi oficinita.


No tardo en regresar de nuevo y sonriéndome me dijo que el besito de antes le había puesto a mil y me señalo su bulto, que en realidad se veía a la larga enorme, mientras añadía, “tendré que quedarme aquí pues no puedo circular por el almacén de esa manera”. Le dije, “y ¿no te puedes arreglar tu solito? Yo no he tenido la culpa, además tú no sabes como estaré yo, por el mismo motivo”.


No tardó en captar, lo que en realidad era una invitación a hacer el amor, y él fue quien lanzó la idea. “¿Qué te parece si vamos a revisar unas mantas que acaban de llegar y me ayudas a contarlas?”.


Deja una nota por si nos buscan, con cualquier excusa y nos ayudamos, Tome un cartelito que ya tenía a mano para otra emergencia y lo coloque en la ventanilla, diciendo que volvería pronto, y le seguí. ¡Mi corazón palpitaba a mil por hora y me ahogaba! ¡Dios estaba dispuesta a ponerle los cuernos a mi marido!


Llegamos al rincón más oscuro del almacén y ya me tomo por los hombros y comenzó a besarme, y yo a corresponderle mientras se sacaba su enorme pene y tomando mi mano hizo que se lo apretara mientras se llevó la gran sorpresa de, al meter la mano por debajo de mi falda notó mi peludo chochito sin bragas y sin más me empujó hacia el monton de paquetes de mantas que estaban para contar según él, no tardo en buscar la entrada de mi coñito y poner su pene en ella lo restregó varias veces por mi rajita ya de nuevo enormemente húmeda y note como me entraba.


Era mucho más gorda que la de mi marido eso lo puede comprobar enseguida por el dolor que me estaba produciendo su entrada en cuanto estuvo dentro, sus manos se metieron por mi blusa y agarraron mis senos por encima del sostén, que ya estaban ansiosos de ser chupados y acariciados, pero, no me dio mucho tiempo, su bombear me llevo enseguida al orgasmo y tuve que contenerme para no gritar entre el dolor y el placer, y sentí sus chorros entrar dentro de mí, él se quiso retirar y yo no quería perderlo y le advertí que no tuviera miedo que yo tomaba mi píldora y no teníamos que precipitarnos lo que sirvió para que aumentara sus envites y de nuevo note que me venía otro orgasmo.


No sé el tiempo que estuvimos haciendo el amor, pero si me di cuenta que aquello no podía seguir así que lo dejamos, nos separamos y yo volví a mi oficinita, descolgué el cartel que explicaba mi ausencia y colgué uno nuevo que decía que estaba en el servicio, donde fui y ya mis braguitas estaban secas, me lave lo que pude y me volvieron a entrar escalofríos solo el tocarme pero una sonrisa iluminaba mi rostro y una enorme satisfacción inundaba mi cuerpo y me pregunte que como seguiría esto ya que habíamos abierto ambos la puerta a algo que pudiera cambiar nuestras vida, si no lo controlábamos y así lo decidí, mientras me enfundaba en mis braguitas ya secas.


Hablaría con él y si me necesitaba o yo quería tenerlo le diría que en el trabajo no más que si otra vez lo necesitábamos que debía buscar un nido para hacer el amor fuera de cualquier mirada y con la tranquilidad requerida. Con esa idea volví al trabajo, nos cruzamos muchas veces durante el resto del día y cada vez yo sentía un placer interno y recordaba con gusto aquellas entradas y aquellos besos sobre las mantas del almacén. Estaba segura de que había sido la primera vez pero que volveríamos a disfrutar del sexo en una nueva ocasión.


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