martes, 12 de septiembre de 2023

INVITADO A UN TRIO.

 

Confesión Ánonimo.


Mi amigo siempre me dijo que la chica con la que estaba era muy pero muy demandante en el sexo. Luego de conocerla a ella y cuando ya llevaron 4 años de novio, me propusieron un trío. Acepté. Marcela esa noche nos esperó a los dos en lencería con encaje y medias de red. Un culo duro y parado, y unas tetas que daban locura. Cogimos en cada barrio de la Ciudad de Córdoba. En cada sector que pudimos, siempre los 3. Pero esa noche, la primera, Marcela estaba destinada a vaciarnos los huevos. Y lo hizo. Empezó con una mamada a los dos, no sin antes pedirnos que durante dos días no acabemos (tenía una razón). Luego de 15/20 minutos de mamadas intensas y lentas, empezamos a penetrarla. Primero empecé yo, no sin antes comerme toda su concha. Luego, penetré despacio y la sentí caliente. Me cabalgó la pija durante fácilmente 20 minutos, estaba tan húmeda que resbalaba solo. En eso, mi amigo también decide ingresar: no me lo había imaginado. Sentir la fricción de los dos juntos dentro de ella era único. Empezamos a embestirla durante mucho tiempo, casi 30 minutos, hasta que en un momento, pasó algo que me enloqueció. Empezamos a acabar juntos en su concha, y ella gemía como loca. Lo que no me esperé, es sentir todo ese calor de nuestras dos leches empezando a escurrirse por nuestras pijas. Ardían. Les juro que ardían. Y Marcela no paraba, seguía y seguía cabalgando. Seguimos embistiendo hasta que salimos de ella y mientras yo me devoraba sus tetas, mi amigo su concha. Hasta que ella me pidió que también baje y le hagamos sexo oral entre los dos. Estábamos locos. Frenéticos. La calentura que sentía en mi verga por lo que había pasado dentro de ella. Julián, mi amigo, lamía toda su concha y yo me dedicaba casi exclusivamente a su clítoris, pero nos chocabamos. Nuestras lenguas se chocaban. Lamiamos, chupabamos, hasta que de pronto, todo nuestro producto salía de adentro espeso. Ahí entendí su idea. Marcela nos miraba para que nos enchastremos y la dejemos limpia. Su concha estaba bañada y húmeda de placer, gemia como loca y nos agarraba la cabeza a los dos, pero nos hacía mirarla. Cuando de repente empezó a salir nuestro semen, nos dijo: sin chistar. Me puse loco. Le comí esa concha como un desesperado, sentía que podía absorber ese clítoris mientras le masajeaba esos dos tetones que tenía y mi amigo seguía haciéndole sexo oral más abajo. Se mezclaban nuestras lenguas. El flujo de ella. Todo nuestro semen. La cara de nosotros era blanca sobre todo en la barba. Hasta que Marcela llena de placer empezó a gemir en una señal de que estaba por acabar. No paramos nunca. Acabó como una reina y nosotros la dejamos limpia, perfecta para el segundo round, que les contaré en otra oportunidad.




NUESTRO SEGUNDO TRIO.

  Confesion; Anónimo. Fue la pasada noche vieja (31 de diciembre) y esta vez ninguno de los dos teníamos nada pensado, nos reuníamos en mi c...